PING PONG, la lámpara que respeta tu espacio.

Estoy en la habitación, caminando con entusiasmo de un lado a otro peinando las cerdas de la alfombra con mi paso pesado. A este ritmo terminaré abajo. Cuanto más cavo en el suelo, más brillante idea que tanto necesito se me escapa. Y pensar que la fórmula está casi completa. Está allí, en algún lugar, escondido en mi mente. Lo extraño tanto... si tan solo pudiera pensar con claridad. ¡Ay, qué frustración! Me detengo, giro de pronto PING PONG, la lámpara que ha iluminado días y días de tormento con su discreta presencia, me mira fijamente. Hunde su mirada investigadora directamente en mis sinapsis y, como por milagro, la siento nacer, crecer en mí. La idea, la brillante intuición. ¡Aquí está por fin! Estoy tan emocionada que corro a su encuentro y tengo el instinto de imprimir un beso agradecido en su superficie metálica. Inmediatamente dudo, al final lo hago. Smack!